Estos días ha vuelto a saltar el debate acerca de la famosa Ley Sinde, que pretende acabar con las páginas de descargas. Una ley que tiene algunas personas a favor y miles de personas en contra. Y los que estamos en contra no lo hacemos (sólo) porque seamos unos piratas en masa y queramos seguir descargando contenidos sin parar, sino porque la ley en sí misma está llena de contradicciones.
Para empezar, las webs que se dedican a la descarga, del estilo de seriesyonkis, no albergan realmente contenidos digitales, sino que únicamente colocan enlaces hacia ellos. Así que si van a cerrar estas webs deberían cerrar también Google, ¿no?, porque cuando introducimos "descarga directa del disco de X" en un buscador también nos aparecen enlaces hacia él...
En segundo lugar, yo personalmente opino que es una medida francamente inútil. Sí, cerrarán las webs de servidores españoles, pero no podrán impedir que se acceda a las extranjeras, a no ser que se metan ya en temas de censura. Y la mayoría de la música, películas y series que se descargan ilegalmente suele conocerse también fuera de nuestras fronteras.
Y por últimos, no me convece la Ley Sinde porque es un intento desesperado de mantener una industria obsoleta. El "desastre" de Internet no es diferente al que supuso para el cine la aparición de la televisión. Pero si entonces la industria del cine se adaptó a lo de "si no puedes con el enemigo, únete a él" ahora los artistas se dedican a lloriquear por lo que antes tenían.
El mundo del periodismo se adaptó a la llegada de la prensa online, las tiendas se están adaptando al comercio electrónico, y las operadoras de telefonía a la aparición de aplicaciones como Whatsapp que acabaron con los SMS y casi con las llamadas. Y si los que pertenecen al mundo de la cultura no son capaces de adaptarse, la culpa no será de nadie más que de ellos.
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