En España con la aprobación de la Ley Sinde y en EEUU con la Ley Sopa, el debate acerca de la libertad en Internet y la necesidad de proteger los derechos de autor se ha reavivado. Hay quien piensa que la música debería regalarse porque es cultura, y quien piensa que descargarse canciones es un robo y un delito. Y yo pienso que no tienen razón ni unos ni otros.
Los artistas tienen todo el derecho a vivir de su trabajo. La gente se cree que todo el trabajo de un cantante es abrir la boquita igual que lo hacemos los demás cuando vamos a un karaoke. Y no. Componer, grabar, ensayar, actuar y promocionar es un trabajo muy duro que la mayoría de la gente no sabe apreciar.
Ahora bien, con la música pasa como con el fútbol. Que se ha desorbitado. Ganar 6 millones de euros por darle tres patadas a un balón es una burrada. Y ganar 100.000 euros (o más) por un concierto una noche también. Y eso es lo que provoca la antipatía del público: que artistas millonarios se pongan a quejarse de que no ganan lo suficiente.
Pero precisamente el modelo que reina en el deporte podría ser adecuado para la música en un futuro. Patrocinadores, entradas para los partidos y derechos de televisión dan de comer a los futbolistas. Y patrocinadores, entradas para los conciertos y derechos de emisión en radios o discotecas pueden dar de comer a los cantantes.
Por muchas leyes Sinde o Sopa que se aprueben, la gente encontrará la forma se seguir pirateando. Así que o los artistas buscan otra forma de buscarse la vida, o les queda mucho que llorar y mucho que quejarse.
Espero que con tantas leyes opresoras no se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas.
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