Pagar o no pagar, esa es la cuestión





En los últimos días no hemos parado de hablar del hecho de que WhatsApp haya empezado a cobrar por su uso. Por una parte están los que aseguran que 80 céntimos es una cifra demasiado irrisoria como para renunciar al servicio de mensajería, y por otro los que piensan que existiendo aplicaciones similares gratuitas se niegan a pagar.


Aplicaré mi experiencia personal. Yo tengo smartphone desde hace poco más de un año, y la mayoría de mi entorno ya lo tenía de antes. Yo tenía GTalk (uno de los principales competidores de WhatsApp) instalado en el ordenador, pero ni siquiera sabiendo que yo no tenía la posibilidad de utilizar WhatsApp nadie me escribía por ahí.

Y caso similar me pasó con Line. Lo instalé hace unos meses en mi tablet con el objetivo de probarla y decidir si la instalaba en mi móvil, puesto que en este tengo serios problemas de memoria interna. Y en estos meses, creo que como mucho he tenido 3 conversaciones a través de Line. Y en vista de que no lo uso, he desechado la idea de instalarlo en el móvil.

Lo que quiero decir con esto es que los competidores sólo le harán daño a WhatsApp cuando empiecen a generalizarse. Y hoy por hoy, a la mayoría de la gente le merece la pena pagar porque es la única forma de mantener realmente el contacto con amigos y familiares. Y si la gente paga, hasta mínimo dentro de un año no empezarán a generalizarse sus competidores. Y así sucesivamente.

Estoy segura de que WhatsApp acabará pasando de moda, como lo hizo el otrota omnipresente Messenger. Pero no creo que vaya a ser ahora, no dentro de un mes. El ser humano es un animal de costumbres, y estas no son tan fáciles de cambiar.

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