Que el sector audiovisual es uno de los más perjudicados por la crisis es algo que sabemos todos aquellos que estamos en el intento dedicarnos a esto. Y que desde que nos podemos bajar las películas de Internet vamos menos al cine también es algo que conocemos todos. Pero quizá la cosa sea menos negra de lo que lo vemos ahora.
Aunque hace bastante tiempo que no me meto en un fregado de estos, aún recuerdo los cortos que grabábamos en la facultad. En uno de aquellos llegamos a amarrar el micrófono con cinta aislante al palo de la fregona porque no funcionaba la pértiga. O a desmontar un mueble para construir un decorado de un ascensor. O a tratar de iluminar con un flexo por falta de focos. Pequeñas pruebas de que la falta de presupuesto se puede suplir con imaginación.
Un chico al que conocí en la universidad tenía la teoría de que el lema a la hora de hacer un corto es "a grandes males remedios cutres". Que sí, que la asistencia a las salas de cine y los ingresos para las productoras han descendido considerablemente por culpa de la crisis e Internet. Pero eso no implica de ninguna manera la muerte del cine como nos quieren intentar vender las campañas antipiratería.
Estoy completamente de acuerdo con el discurso de Álex de la Iglesia en la pasada gala de los Goya, en la que aseguraba que Internet es el futuro del cine. Al fin y al cabo, ahora cualquier chaval que hace un corto con los amigos tiene una herramienta de difusión enormemente potente. Así que la crisis económica no tiene por qué implicar la crisis del cine. Donde acaba el dinero empieza la creatividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Algo que añadir?